Todos tenemos un pasado sobre el que sustentar lo que hoy somos, lo que hoy pensamos o sentimos…

No sé cómo el otro día volvió esta canción a mi memoria de mis tiempos en que iba a los campamentos de la OJE y me puse, nostálgico, a buscar si alguien la había grabado y subido a la red.

La verdad es que no encontré gran cosa salvo páginas de la primera guerra mundial, pues parece que la canción era originalmente francesa y fue tan popular que se hicieron varias versiones de las que encontré hasta una en inglés, de corte más formal y con un tono cursi sólo capaz de un hijo de la Gran Bretaña.

Al final encontré una versión orquestada en español de la que no se entendía nada de nada y que me temo que no sigue la letra que a mí tanto me caló y que hoy en día podíamos decir que es uno de los motivos de que me gusten tanto las tabernas, las mujeres y por supuesto… las camareras.

Aprovechando un descanso en la pelea
el combatiente se va a calmar su sed
a un cabaret donde bebe y se recrea,
«Tabarín» se llamaba el cabaret.

La cantinera es una moza
llena de encanto y de pasión.
Con todos bebe y se recrea,
bella y gentil la Madelón.

Y cuando alguno va a pedirle su amor
a todos dice sí a nadie dice no.

La Madelón es dulce y complaciente,
la Madelón a todos trata igual.
Ofreció su amor a todo el frente,
del soldado al general.

Un capitán seductor y enamorado
de Madelón locamente se prendó,
y olvidando recuerdos del pasado,
su blanca mano le pidió.

Muerta de risa al escucharle,
díjole así la Madelón:
¡Cómo he de amar a un sólo hombre
si necesito un batallón!.

Mi mano capitán a nadie la daré,
la necesito yo para dar de beber.

La Madelón es dulce…